Incomprensiblemente todavía en el Siglo XXI cuando se pretende hablar de Derechos se habla del aborto. El aborto sigue considerándose como un derecho a decidir, un derecho de la mujer, un derecho que, muy bien, no he llegado a comprender.
Me sobrecoge el planteamiento de la nueva ley del aborto que, quizá pronto vea la luz en un marco jurídico que amparará la "interrupción del embarazo" como un derecho que no protege la vida sino la voluntad. Desde mi punto de vista, siempre subjetivo, me parece un grave error y fracaso de las sociedades modernas y es reflejo de el cariz práctico de las voluntades sociales. Sólo una concepción práctica del individuo puede engendrar semejantes parrafadas jurídicas que son, sin duda, reflejo de las más absurdas voluntades populares; su legislación, del mismo modo práctica, nos muestra el cariz de los que gobiernan impulsando relativos derechos y desterrando medidas político-sociales enfocadas hacia las familias.
La no protección del individuo, entendiendo personalmente su mismo origen en su concepción, lleva consigo el concepto injusto de modernidad. Una sociedad moderna no es la que garantiza la decisión sino la que protege la vida y a los individuos como parte integral de la sociedad y, no obstante, del Estado; y, perdonen ustedes, pero un feto humano es un individuo...no les roben su identidad.
No al aborto.
Me sobrecoge el planteamiento de la nueva ley del aborto que, quizá pronto vea la luz en un marco jurídico que amparará la "interrupción del embarazo" como un derecho que no protege la vida sino la voluntad. Desde mi punto de vista, siempre subjetivo, me parece un grave error y fracaso de las sociedades modernas y es reflejo de el cariz práctico de las voluntades sociales. Sólo una concepción práctica del individuo puede engendrar semejantes parrafadas jurídicas que son, sin duda, reflejo de las más absurdas voluntades populares; su legislación, del mismo modo práctica, nos muestra el cariz de los que gobiernan impulsando relativos derechos y desterrando medidas político-sociales enfocadas hacia las familias.
La no protección del individuo, entendiendo personalmente su mismo origen en su concepción, lleva consigo el concepto injusto de modernidad. Una sociedad moderna no es la que garantiza la decisión sino la que protege la vida y a los individuos como parte integral de la sociedad y, no obstante, del Estado; y, perdonen ustedes, pero un feto humano es un individuo...no les roben su identidad.
No al aborto.
Iván Manuel Ferrer García