Patrick es el típico irlandés que emigró en los tiempos duros de la Irlanda de los 60 al Reino Unido en busca de oportunidades. Allí forjó su familia, encontró su trabajo, construyó su hogar. Al preguntarle si añora su país siempre responde: "Por supuesto, Irlanda es mi tierra"
Michal es polaco y advierte en sus palabras que cada vez que sale de casa se siente discriminado, cree sentir que los británicos lo miran con aire de superioridad. Él, como mucho de sus paisanos trabaja de camarero en un restaurante por tan sólo 5'52 pounds la hora. Suele pensar que el miserable sueldo que le ofrecen por su trabajo es un abuso, pero admite que en Polonia ganaría mucho menos. Él es economista y quiere trabajar algunos años más en el Reino Unido como camarero porque quiere tener la suficiente estabilidad económica para formar su familia, para formar su hogar. Cuando le pregunto por Polonia se abre en sus ojos nostalgia y cuenta las interesantes diferencias que existen entre su amada tierra y lo que encuentra cada día en el Reino Unido. El otro día le ofrecieron un nuevo empleo por el cual le pagarían unos cuantos céntimos más hasta llegar a los 6 pounds. Me confesó que su potencialmente nuevo jefe no quiere empleados británicos porque a ellos habría que pagarles más, por lo que polacos, húngaros, eslovacos, les salen más baratos. Parece paradójico, pero esto es una realidad en el Reino Unido, sirven los cafés economistas, periodistas, licenciados en filosofía, turismo, literatura, filologías...
Yo, soy español. Cuando la gente me pregunta de dónde soy, respondo orgulloso: de España. Por supuesto, en la mayoría de las ocasiones te saltan con un ¡olé!, o, ¡qué buena está la paella! a lo cual suelo responder: no lo sabe usted bien... El lector se estará preguntando a qué viene toda esta reflexión, o esta, mejor dicho, primera exposición. Todo procede que siendo objetivos en el sentido más estricto, tanto irlandeses, como polacos, españoles, checos, eslovacos, pertenecemos, para asombro de muchos, a algo ,tan artificial como volátil, la Unión Europea.
Cuando hablamos de Unión Europea exactamente, ¿a qué nos referimos?¿qué pretende ser?¿el ciudadano de a pié es realmente consciente? Yo personalmente creo que no.
A la primera pregunta podríamos decir que es una organización internacional singular, que se establece desde un carácter peculiar entre supra-nacional e intergubernamental, que posee organismos e instituciones propias, con un ordenamiento jurídico propio y en donde los estados que la componen han cedido una serie de competencias... a la segunda pregunta, personalmente, nunca he sido capaz de encontrar una respuesta concluyente, que pudiera convencerme. Realmente, y hago incapié en el personalmente, no creo que nadie sepa responder de manera explícita cual es el fin de un proceso de constitución de Dios sabe qué. Hace unos años vimos como una infinidad de sueños europeos caían por tierra al intentar promulgar o aprobar el proyecto de una Constitución para Europa. Los sueños cayeron con un rotundo "no" francés seguido del de los Países Bajos. ¿A qué se debe esto? En mi opinión, a que no existe realmente una conciencia europea en el sentido estricto de la palabra, y cuando me refiero a conciencia no me refiero a homogeneidad, porque la Europa de la diversidad puede ser nuestra más valorada riqueza. La masa social no se siente europea, aunque si es consciente de que existe algo que llamamos Unión Europea, que queda algo lejos, y que trata de temas de alcance económico y de relaciones políticas. Señores míos, en el Reino Unido, por ejemplo, nunca verán a los polacos como europeos, y nunca los irlandeses sentirán que comparten una misma "nacionalidad" con los británicos.
Para ser sincero, me apasiona la idea de una Europa Unida, de una Europa de futuro, pero creo que la emoción de las ideas ha creado un proyecto demasiado precipitado y que en ocasiones no produce la efectividad deseada. Recordemos por ejemplo la postura de la Unión Europea ante la guerra de Irak, o no yendo más lejos, lo difícil que está siendo el adoptar medidas comunitarias y no unilaterales, en materia económica para afrontar la crisis económica actual. Parece que en el sueño europeo, cuando despierta, caben actuaciones como las ocurridas días atrás cuando Sarkozy, presidente de turno de la UE, organizó una minicumbre a la que asistieron Reino Unido, Alemania, Italia y la Francia del nuevo pequeño Napoleón, dejando fuera de juego a los demás integrantes de la UE, para acordar medidas, o al menos buscarlas, para afrontar la terrible crisis financiera.
Podremos y podemos comparar a la UE como una verdadera olla a presión, en cuyo interior se cuece un buen cocido, el problema es que, aunque las ideas y las inquietudes sean nuestros mejores ingredientes, esta olla a presión siempre estará en peligro de estallar. Europa, como queremos concebirla, como queremos entenderla, es un pequeño embrión que necesita del paso del tiempo y de la concienciación social para su verdadera construcción. Los pilares de la Europa en la que vivimos no deben ser las instituciones sino más bien la sociedad civil, que en mi opinión, no se siente preparada, no se siente concienciada para la verdadera superación de las fronteras, y Patrick deje de sentirse extranjero, y Michal deje de sentirse discriminado.
Iván M.Ferrer